18 de junio de 2014

ESPERANZA


Miré a esa niña, detrás de ella estaba yo. Estaba llena de soledad, año tras año. Un día el sol brillaba, brillaba mucho. Su corazón se sobresalía de su pecho porque una luna se presentó como una nueva madre y sus ojos negros de azabache brillaban como los diamantes. Vivía en un nido, acompañada de la soledad y esperanza, esperaba, con solo pocos añitos. Pero al fin llegó esa luna que le propuso llevarla a la felicidad y ambas extendieron los brazos para abrazarse y ahí comenzó una segunda vida.
Lejos voló aquella niña con su luna. Llegó a España: eso fue su nuevo nido. Pasaron años y esa niña empezaba a crecer y a recapacitar y sentirse lejos de su nido que abandonó. Ahí esperaba a su águila, pero esa preciosa águila nunca pensaba volver a por la niña. Empezó a ser grande, cada vez más grande; esos ojos de azabache a esa luna la fascinaban.
Fue todo: los días, las noches, las guerras que daba esa niña..., fue todo..., fue amor puro...
Y van pasando los años y la niña de mamá vive como una princesa. Pero empezó a rebelarse cada vez más y llegó un día que se le castigó a un nido solo de cuatro paredes y lo único con que entraba algo de felicidad era aquel sol de verano. Su habitación se transformaba en mar de tanto que lloró, y en ese mar la niña se ahogaba. Días pasó y la luna entró por esa puerta llena de llaves, y aquella niña , llena de melancolía, suplicó una ayuda; y aquella madre, toda preocupada, extendió los brazos. Aquello se volvió todo borroso...Esa niñita, princesa para su madre, supo valorar, en su tiempo de soledad, que sin su luna no podría ser feliz.
Se olvidó completamente del águila.
Esa niña, sin su luna que dejó de arroparle cada noche, pudo crecer como persona, gracias a la oscuridad, pero pronto llegará ese vínculo familiar. Seguirá por el mismo camino, sin ninguna curva, pronto verá brillo en su vida.
Aquella niña junto a su luna...

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